Coaching Ontológico

Tuesday, June 06, 2006

Catarsis

Me devolví porque había olvidado uno de mis teléfonos; había prometido que siempre estaría disponible en mi celular; eso me retrasó unos minutos y como me lo temía, me agarró la cola en la autopista.

Me esperaba un largo y aburrido trayecto hasta mi oficina, me desplazaba tan lentamente que pude ver por la ventana de mi carro como una persona que iba trotando me adelantaba y se perdía de vista entre los que como yo, no teníamos otra opción que permanecer en ese tráfico infernal.

Mire mi reloj y pensé llamar a mi secretaria, pero mi teléfono (por el que me había devuelto) no tenía batería, sentí pánico, estrés, angustia, claustrofobia y todos los males habidos y por haber en la tierra, ¡y el día estaba empezando!

Cuidando mi tensión, decidí comenzar a disfrutar del aire acondicionado en mi carro nuevo último modelo, yo era un ejecutivo importante de una empresa multinacional con una carrera muy exitosa llena de logros y reconocimientos.

Desde mi confortable asiento, y sin tener nada mejor que hacer, comencé a mirar a los demás conductores, como no podía escucharles comencé a tratar de interpretar lo que hacían y decían, también traté de definir quienes y cómo eran, no imaginaba lo que estaba a punto de descubrir:

En uno de los vehículos vecinos, iba una mujer sola llevando a dos niños en el asiento trasero, los dos chiquillos se empujaban y peleaban, la mamá los miraba por el retrovisor y les hablaba fuertemente; por la expresión de su rostro los estaba reprendiendo, no se que les decía, pero definitivamente no lograba que se calmaran, mientras tanto yo en la tranquilidad de mi carro pensaba “¿Qué haría en ese caso?”, ¡NO LO SABIA!, había decidido no tener hijos aun y simplemente nunca me había hecho esa pregunta; por primera vez había algo para lo que yo no tenía respuesta, ¡y me sentí muy extraño!

Pensando en eso, me di cuenta de que había mucho mas conocimiento en el mundo del que se puede aprender en los libros y que las personas podemos decidir sobre lo que aprendemos y sobre lo que no, me sentí imperfecto, pero descubrí que la condición de humano consiste justamente en eso, la imperfección; que el éxito no tiene nada que ver con lo que sabes, sino que haces con eso que sabes, que la vida no es una carrera, es un paseo, hay que disfrutar del paisaje.

Del otro lado iba un señor hablando por un celular, en ese momento intenté llamar de nuevo y me volvió la angustia, pero recordé que no podía hacer mas nada y que había decidido disfrutar del paisaje, seguí mirándolo y pensé, “tiene un carro mejor que el mío, un celular más caro, mejor vestido, debe ganar mas dinero que yo, seguramente es dueño de una gran empresa, es admirable; pero parece amargado ¡y es obeso!, debe ser divorciado, alguien así no debe tener familia” Llegó incluso a molestarme y no quise seguir observándolo.

En ese momento me di cuenta de que estaba juzgando al señor sin conocerlo, le había impuesto calificativos y estaba sintiendo algunas emociones que sólo obedecían a mis opiniones acerca del señor, la realidad era que el señor simplemente estaba sentado en su carro hablando por teléfono, pero mi interpretación acerca de quien era me predispuso hacia el, al principio lo admire y después lo rechacé, pero todo era un cuento que yo me había inventado, reflexionando descubrí que a veces nuestras interpretaciones nos predisponen a comportarnos de cierta manera en situaciones definidas, pero si esos juicios no están soportados en realidades, puedo estar limitando mis posibilidades de acción, así como pueden abrir posibilidades si están bien soportados.

En otro vehículo mas adelante, una mujer joven se pintaba los labios mientras el señor del celular le tocaba corneta para que avanzara, era una mujer muy atractiva, mientras la miraba pensaba en la necesidad de cultivar el cuerpo, abusamos de el y sólo cuando nos falla lo atendemos, entonces comencé a darme cuenta que la espalda me dolía, que había dormido en una mala posición y que el colchón ya había que cambiarlo, que no me puse perfume, que no besé a mi esposa al salir, sentí hambre, pude escuchar entonces a mi cuerpo cuando me hablaba y entendí que nuestra corporalidad es más que el simple lenguaje gestual, es como vivimos a través de nuestro cuerpo, creo que en ese momento comencé a conectarme mas con el.

Volví la mirada y pude ver a una pareja aparentemente discutiendo, ella gesticulaba y hablaba (aunque yo no oía nada de lo que decía), el por su parte miraba al frente como con la mirada perdida y con cara de fastidio, parecía que la estaba escuchando, pero me imagino que en su mente tendría alguna conversación interna; concluí que el sólo hecho de oír no es suficiente para escuchar, que alguien puede hablarme muy bajo o gritar, hablar muy claro y aun así no puede garantizar que yo lo escuche.

Me di cuenta que a veces somos esclavos de lo que decimos mas por lo que significa para nosotros que por lo que significa para los otros, que yo digo lo que digo y el otro escucha lo que escucha y no lo puedo cambiar, que mi responsabilidad es aprender a conversar para minimizar los malos entendidos, pero siempre debo aceptar que el otro es eso: “otro”; y como tal va a escuchar lo que quiera (o pueda).

Reflexioné durante un momento en todas estas situaciones y pensé que sería bonito que todo el mundo se comportara de acuerdo a estas ideas, pero caí en cuenta rápidamente que eso no puede ser, sencillamente porque los otros son eso: “otros”

Recordé de nuevo todos mis compromisos y me volvió la angustia, pero ahora tenía un conflicto, acababa de descubrir que estaba dejando de vivir algunas cosas por otras que me causaban angustia, pero no tenía opción, eso era lo que me tocaba.

Recordé al trotador y pensé: “Esta persona también tiene familia, también tiene responsabilidades, de donde saca tiempo para salir a trotar”; descubrí que la única diferencia entre el y yo era la resolución, yo quería hacer algunas cosas, pero no había tenido la suficiente resolución para hacerlas.

En el tiempo que duró la cola había descubierto que tengo el poder de cambiar las cosas con las cuales no me siento a gusto, que tengo recursos que puedo utilizar cuando los necesite, que no puedo cambiar las cosas que pasan, pero sí puedo cambiar lo que siento con esas cosas ampliando mis interpretaciones.

Pensé: ¿Cómo quiero ser en el futuro? Decidí que quería modificar cosas de mi para ser mas feliz; no todo, habían aspectos que me gustaban y me daban satisfacciones, pero algunos me estaban limitando, pensé en una lista de cosas que quería cambiar, pensé como las quería y comencé a diseñar las acciones para lograr esos cambios.

En ese momento la cola avanzó, todo este rato había estado detenida por un accidente, ya me parecía extraño una cola como esa un día sábado…

…¿COMO? ¿UN SABADO? Pero si yo no trabajo los sábados, ¿qué hago? ¿para donde voy?